– No papá no, tú ya estás jubilado, no te preocupes más por las clases de la universidad, venga, estate tranquilo. A ver papá, toma tu plato, ten cuidado que está la sopa muy caliente. Cuidado no lo dejes caer.
– Cariño, voy a por el salero, que me lo dejé en el patio de atrás.
– Vale papá. Cuidado con los niños ahí tirados jugando en la alfombra, no sea que te dejen caer.
Estaba por aquí, sí, creo que lo dejé en la mesa del patio ayer cuando estábamos cenando, qué bien lo pasamos todos, qué alegría volver a ver a mis nietos, a mis nietos queridos. Y todo lo que reímos ayer, sí, reímos mucho. ¿O fue antes de ayer? A ver, el dichoso salero, no hay manera de encontrarlo, siempre la comida sosa, siempre con que no puedo tomar sal. Hermelindo ya me lo dice, esta…
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