Libros, libros, libros. En la soledad de una lúgubre habitación. Libros.
“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas”…
«Pero no, yo no las he visto, rodeado de seguridad y buenos consejos yo he vivido en la ambigüedad de un próspero bienestar, en la laxitud, abandono de una vacía y amarga opulencia. Yo escribiría otro aullido, escribiría otro sordo grito.
Y es que creo que he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por lo cotidiano, desnutridas calmadas elegantes,
caminando por las calles de los afortunados en busca de una colérica aprobación,
hombres contemporáneos rectos con cabezas de ángel ardiendo por conectar con la estrellada maquinaria de la placidez, de lo ordinario, de lo habitual
que ricos y elegantes y excitados pasaron el día trabajando bajo la luz artificial de oficinas frías, cargando sobre sus hombros hipotecas del bienestar,
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